Por Víctor M. Chávez Huitrón
Seamos claros y tomemos conciencia que eso de la juventud es una invención sociológica del siglo XX que ha conocido configuraciones diversas. Por ello cabe la pregunta: ¿quiénes son jóvenes? Por otro lado, ¿qué está pasando con los jóvenes y con América Latina? Si tuviera que elegir un deporte que nos ayude a ver qué les está pasando escogería el box. Ahí está el joven latinoamericano, peleando con todo lo que da y, sin embargo, va perdiendo, le están poniendo una tranquiza descomunal. En muchos países latinoamericanos y en muchos jóvenes podemos escuchar la voz de Job:
“Como esclavo que suspira por la sombra, como jornalero que espera su salario, así meses de desencanto son mi herencia, y mi suerte noches de dolor…Mis días corren más raudos que la lanzadera, se desvanecen sin que me quede un hilo de esperanza” Job 7 2 - 3 y 7.
América Latina en general, y los jóvenes en particular, están compitiendo en este mundo globalizado con muchos otros jóvenes y regiones del mundo que están mejor alimentados, mejor preparados, mejor estructurados, mejor informados, mejor organizados, mejor conectados en la red, mejor habilitados para competir sin piedad. Muchos de los contrincantes no tienen escrúpulos, son tecnócratas del desarrollismo exacerbado y víctimas del éxito material sin visos de humanismo ni humanidad.
En este contexto nada halagüeño no tenemos otra que MANTENER Y FOMENTAR LA ESPERANZA. Esa de la que Charles Péguy expresó poéticamente:
“Colgada de los brazos de sus dos hermanas mayores,
que la llevan de la mano, la pequeña esperanza, avanza.
Y en medio entre sus dos hermanas mayores aparenta dejarse arrastrar.
Como una niña que no tuviera fuerza para andar,
y a la que se arrastraría por esa senda a pesar suyo.
Y en realidad es ella la que hace andar a las otras dos.”
Un filósofo, Carlos Díaz, define la esperanza así: la actitud de quien espera un bien futuro, necesario, posible, difícil de conseguir, que tiene como objeto una vida más plena, que entraña inconformismo, que se espera pacientemente, que de forma activa lleva el sueño a su despertar logrando lo inesperado a partir de lo esperado mismo, y que no se cierre a la esperanza nuevamente.[1]
¿QUÉ ESPERA AMÉRICA LATINA DE LOS JÓVENES POLÍTICOS?
1. Esperamos jóvenes políticos que no cedan a la corrupción. Al contrario, que la combatan con su testimonio antes que con leyes, normatividades e instancias fiscalizadoras.
2. Esperamos jóvenes políticos servidores, que busquen y usen el poder según las leyes democráticas de cada nación y los recursos en mejores políticas públicas. Los jóvenes servidores públicos del mañana tienen que ser frugales y austeros, es decir, gastar lo necesario sin gozarse en el gasto superfluo. Estas cosas lastiman a los pobres y por ello se pierde la confianza.
3. Tenemos esperanza en que los jóvenes van a rehabilitar la política. La política, tan vieja como necesaria, tan natural como desvirtuada, tan manoseada y prostituida, requiere una reparación seria. Esperamos un milagro, que resuciten a un muerto: la política y de paso la participación ciudadana.
4. Esperamos del joven político que elija la ética por encima de la cosmética, que hablen con la verdad, no con la verdad conveniente para fines personales, que hablen con conocimiento de causa, que no engañen, no prometan cosas solo por ganarse a la gente, no sustituyan los valores por las bocinas, los principios por los beneficios, que no vendan su conciencia.
5. Por último, esperamos jóvenes políticos que estén metidos en esto por vocación, por respuesta a una llamada, por militancia sentida y sufrida. No por casualidad, no por amor al poder o por accidente.
¿No dan pena los futbolistas que no corren, no saben meter gol y se hacen expulsar? ¿No son inaguantables los actores mediocres hechos de cartón y campañas publicitarias? ¿No causan coraje los médicos que sirven a la vida si el paciente tiene con qué pagar? ¿No dan rabia los sacerdotes que no están enamorados de Dios, que no hablan de Dios más que del dinero, que maltratan a sus feligreses y a los niños? ¿Por qué entonces vamos a tener que conformarnos con nuevas generaciones de políticos que no aman su vocación de servicio al bien común desde el ejercicio del poder?
NO PERDAMOS LA ESPERANZA Y TRABAJEMOS.
¿Tú, qué opinas?
victorchavez66@hotmail.com
[1] Cfr. Carlos Díaz, Esperanza alegre, Colección Sinergia no. 5, Fundación Emmanuel Mounier, España, 2002, pp. 11-13.
Seamos claros y tomemos conciencia que eso de la juventud es una invención sociológica del siglo XX que ha conocido configuraciones diversas. Por ello cabe la pregunta: ¿quiénes son jóvenes? Por otro lado, ¿qué está pasando con los jóvenes y con América Latina? Si tuviera que elegir un deporte que nos ayude a ver qué les está pasando escogería el box. Ahí está el joven latinoamericano, peleando con todo lo que da y, sin embargo, va perdiendo, le están poniendo una tranquiza descomunal. En muchos países latinoamericanos y en muchos jóvenes podemos escuchar la voz de Job:
“Como esclavo que suspira por la sombra, como jornalero que espera su salario, así meses de desencanto son mi herencia, y mi suerte noches de dolor…Mis días corren más raudos que la lanzadera, se desvanecen sin que me quede un hilo de esperanza” Job 7 2 - 3 y 7.
América Latina en general, y los jóvenes en particular, están compitiendo en este mundo globalizado con muchos otros jóvenes y regiones del mundo que están mejor alimentados, mejor preparados, mejor estructurados, mejor informados, mejor organizados, mejor conectados en la red, mejor habilitados para competir sin piedad. Muchos de los contrincantes no tienen escrúpulos, son tecnócratas del desarrollismo exacerbado y víctimas del éxito material sin visos de humanismo ni humanidad.
En este contexto nada halagüeño no tenemos otra que MANTENER Y FOMENTAR LA ESPERANZA. Esa de la que Charles Péguy expresó poéticamente:
“Colgada de los brazos de sus dos hermanas mayores,
que la llevan de la mano, la pequeña esperanza, avanza.
Y en medio entre sus dos hermanas mayores aparenta dejarse arrastrar.
Como una niña que no tuviera fuerza para andar,
y a la que se arrastraría por esa senda a pesar suyo.
Y en realidad es ella la que hace andar a las otras dos.”
Un filósofo, Carlos Díaz, define la esperanza así: la actitud de quien espera un bien futuro, necesario, posible, difícil de conseguir, que tiene como objeto una vida más plena, que entraña inconformismo, que se espera pacientemente, que de forma activa lleva el sueño a su despertar logrando lo inesperado a partir de lo esperado mismo, y que no se cierre a la esperanza nuevamente.[1]
¿QUÉ ESPERA AMÉRICA LATINA DE LOS JÓVENES POLÍTICOS?
1. Esperamos jóvenes políticos que no cedan a la corrupción. Al contrario, que la combatan con su testimonio antes que con leyes, normatividades e instancias fiscalizadoras.
2. Esperamos jóvenes políticos servidores, que busquen y usen el poder según las leyes democráticas de cada nación y los recursos en mejores políticas públicas. Los jóvenes servidores públicos del mañana tienen que ser frugales y austeros, es decir, gastar lo necesario sin gozarse en el gasto superfluo. Estas cosas lastiman a los pobres y por ello se pierde la confianza.
3. Tenemos esperanza en que los jóvenes van a rehabilitar la política. La política, tan vieja como necesaria, tan natural como desvirtuada, tan manoseada y prostituida, requiere una reparación seria. Esperamos un milagro, que resuciten a un muerto: la política y de paso la participación ciudadana.
4. Esperamos del joven político que elija la ética por encima de la cosmética, que hablen con la verdad, no con la verdad conveniente para fines personales, que hablen con conocimiento de causa, que no engañen, no prometan cosas solo por ganarse a la gente, no sustituyan los valores por las bocinas, los principios por los beneficios, que no vendan su conciencia.
5. Por último, esperamos jóvenes políticos que estén metidos en esto por vocación, por respuesta a una llamada, por militancia sentida y sufrida. No por casualidad, no por amor al poder o por accidente.
¿No dan pena los futbolistas que no corren, no saben meter gol y se hacen expulsar? ¿No son inaguantables los actores mediocres hechos de cartón y campañas publicitarias? ¿No causan coraje los médicos que sirven a la vida si el paciente tiene con qué pagar? ¿No dan rabia los sacerdotes que no están enamorados de Dios, que no hablan de Dios más que del dinero, que maltratan a sus feligreses y a los niños? ¿Por qué entonces vamos a tener que conformarnos con nuevas generaciones de políticos que no aman su vocación de servicio al bien común desde el ejercicio del poder?
NO PERDAMOS LA ESPERANZA Y TRABAJEMOS.
¿Tú, qué opinas?
victorchavez66@hotmail.com
[1] Cfr. Carlos Díaz, Esperanza alegre, Colección Sinergia no. 5, Fundación Emmanuel Mounier, España, 2002, pp. 11-13.
3 comentarios:
Gran compromiso que DEBEMOS DE cumplir.
Pero claro, ahora diganme como podemos nosotros los jovenes entrar en un mundo politico donde tan solo somos un grupo de votos sin importancia todavia.
Algun partido politico se fija en nosotros?
ni idea y de hacerlo tambien sería por mero interes, en latinoamerica es dificl para el joven introducirse en lo que es la politica, pero somos muchos lo que realmente pensamos y nos preocupa sobre nuestro pais y continente, pero de que sirve si somos ignorados y nuestros gritos tan solo resuenan en un mundo virtual donde se pierde junto a muchos otros
Tengo que hacer un comentario algo negativo, y debo decir que la generacion de jovenes latinomaricanos actual, es sin duda una de las peores, y eso que yo formo parte de ella, somo jovenes que tenenmos una gran mision para el futuro, pero que no tenemos el coraje para hacerlo; prefirimos la diversion al compromiso; muchos somos esclavos del consumismo perverso. Pero ante esta realidad somo pocos los que tenemos conciencia, pues bien, nos tocara a nosotros forjar a la nueva generacion que biene para que sea esta la que enrumbe los cambios que necesiten nuestras sociedades; asi como lo fueron los lideres de los 50's que guiaron a los jovenes de los 70's que hicieron los cambios de dictaduras a democracias, dicho sea de paso son estos jovenes los que nos gobiernan ahora.
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