Según el Internacional Migration Report 2002 de las Naciones Unidas y el Informe sobre las migraciones del Mundo 2000 de la Organización Internacional para las migraciones, el fenómeno en el siglo XXI abarca alrededor del 3% de la población mundial, hecho creciente que desde inicios de siglo al año 2006 evolución de 175 millones a 191, lo que se traduce en 16 millones de personas que se unieron a la creciente demográfica internacional.
Tan sólo Estados Unidos -considerado como el principal receptor de inmigrantes- tuvo en el último año 44 millones, seguido de Rusia con 12 y Alemania con 10. Es decir, que Estados Unidos recibe uno de cada cinco, mientras la Unión Europea recibe uno de cada tres inmigrantes. Así, la población inmigrante en Europa suma 64 millones, es decir, alrededor del 4% de la población, siendo Alemania y España los países que han recibido el mayor número, sumándose a ellos alrededor de 8 millones de indocumentados, los cuales, según la ONU buscan vivir mejor en Europa.
En días pasados la Consejería de Inmigración y Cooperación en España presentó el informe de migración donde menciona que más de 22,000 inmigrantes obtuvieron la nacionalidad Española en el 2007, el 88.5% latinoamericanos, procedentes 10.801 de Ecuador; 4.617, de Colombia; 2.657, de Perú; 1.302, de la República Dominicana; 781 de Argentina; y 560, de Cuba. De los cuales prevalecen las mujeres.
El que los latinoamericanos estén a la cabeza se debe al hecho de que existe un vínculo histórico común, además de que existen en muchas de estos estados convenios de doble nacionalidad. Pero, en el caso de inmigrantes irregulares, se estima que existen tan sólo en España entre 250.000 y 270.000 personas.
Lo interesante de este hecho es que podría pensarse que éste fenómeno obedece solamente a un cuestión socio- económica, cuando en realidad vemos diversificada la distribución de inmigrantes en municipios de España opuestos entre si, donde el 51,73 vive en la capital, un 36% en áreas metropolitanas y un 12,16% en municipios no metropolitanos.
Siendo así, podemos decir entonces que el fenómeno migratorio obedece también a otras causales más que socioeconómicas, tales como el problema demográfico del envejecimiento de sus sociedades, donde según la ONU la población europea disminuirá considerablemente en alrededor de 75 millones en los años de 2005-2050, si no es nivelada por la inmigración. De manera que los inmigrantes explican el 44% del crecimiento demográfico en los países desarrollados, indicador que se prevé será alcanzado al 50% en el 2020 y al 78% en 2045. Así, de acuerdo con el Eurostat, la inmigración es considerada como el mayor factor de crecimiento de la población Europea para el presente y el futuro.
La Comisión Europea incluso manifiesta las ventajas que traerán consigo estos flujos de inmigrantes para incluso cubrir el mercado laboral, afirmando esto sin considerar un acto que puede resultar contradictorio, el que los inmigrantes provenientes de América Latina estén ocupando plazas de trabajo a una remuneración de lo que incluso ganaría un ciudadano Español.
Es verdad, que la inmigración no es percibida de entrada como un problema, sino también como un tema que favorece a la UE, cuya política migratoria coincide con la Política de Seguridad Común promoviendo la Cooperación y el Desarrollo con otros países de los cuales provienen fuertes flujos de inmigrantes. De ahí, que la línea a seguir sea la gestión de la migración legal para erradicar la ilegal, a través de programas que fomentan el retorno voluntario, las deportaciones, el combate a las redes de tráfico de personas, sanciones al trabajo informal y fomento a la migración circular entre el país de origen y el país receptor. Así como la promoción de la movilidad intracomunitaria, siendo residente de larga duración.
Parece que el fenómeno esta controlado aparentemente por los organismos internacionales por parte de la Unión Europea, pero deberá pensarse en fortalecer la regulación de los flujos migratorios, sobre todo de América Latina, en donde, incluso la Cooperación para el Desarrollo podría considerarse como una estrategia que prevenga la inmigración sobre todo la ilegal, pero habrá que pensar en las líneas bases que permitirán seguir afrontando el tema para reforzar acciones que beneficien a los ciudadanos de ambos continentes.