jueves, 3 de abril de 2008

El presente de la Inmigración: de América Latina a Europa

El fenómeno de la inmigración es considerado como uno de los temas fundamentales en la política internacional, debido al acelerado incremento de flujos migratorios en la última década, sobre todo si tenemos en cuenta el flujo en Europa y Estados Unidos.

Según el Internacional Migration Report 2002 de las Naciones Unidas y el Informe sobre las migraciones del Mundo 2000 de la Organización Internacional para las migraciones, el fenómeno en el siglo XXI abarca alrededor del 3% de la población mundial, hecho creciente que desde inicios de siglo al año 2006 evolución de 175 millones a 191, lo que se traduce en 16 millones de personas que se unieron a la creciente demográfica internacional.

Tan sólo Estados Unidos -considerado como el principal receptor de inmigrantes- tuvo en el último año 44 millones, seguido de Rusia con 12 y Alemania con 10. Es decir, que Estados Unidos recibe uno de cada cinco, mientras la Unión Europea recibe uno de cada tres inmigrantes. Así, la población inmigrante en Europa suma 64 millones, es decir, alrededor del 4% de la población, siendo Alemania y España los países que han recibido el mayor número, sumándose a ellos alrededor de 8 millones de indocumentados, los cuales, según la ONU buscan vivir mejor en Europa.

En días pasados la Consejería de Inmigración y Cooperación en España presentó el informe de migración donde menciona que más de 22,000 inmigrantes obtuvieron la nacionalidad Española en el 2007, el 88.5% latinoamericanos, procedentes 10.801 de Ecuador; 4.617, de Colombia; 2.657, de Perú; 1.302, de la República Dominicana; 781 de Argentina; y 560, de Cuba. De los cuales prevalecen las mujeres.

El que los latinoamericanos estén a la cabeza se debe al hecho de que existe un vínculo histórico común, además de que existen en muchas de estos estados convenios de doble nacionalidad. Pero, en el caso de inmigrantes irregulares, se estima que existen tan sólo en España entre 250.000 y 270.000 personas.

Lo interesante de este hecho es que podría pensarse que éste fenómeno obedece solamente a un cuestión socio- económica, cuando en realidad vemos diversificada la distribución de inmigrantes en municipios de España opuestos entre si, donde el 51,73 vive en la capital, un 36% en áreas metropolitanas y un 12,16% en municipios no metropolitanos.

Siendo así, podemos decir entonces que el fenómeno migratorio obedece también a otras causales más que socioeconómicas, tales como el problema demográfico del envejecimiento de sus sociedades, donde según la ONU la población europea disminuirá considerablemente en alrededor de 75 millones en los años de 2005-2050, si no es nivelada por la inmigración. De manera que los inmigrantes explican el 44% del crecimiento demográfico en los países desarrollados, indicador que se prevé será alcanzado al 50% en el 2020 y al 78% en 2045. Así, de acuerdo con el Eurostat, la inmigración es considerada como el mayor factor de crecimiento de la población Europea para el presente y el futuro.

La Comisión Europea incluso manifiesta las ventajas que traerán consigo estos flujos de inmigrantes para incluso cubrir el mercado laboral, afirmando esto sin considerar un acto que puede resultar contradictorio, el que los inmigrantes provenientes de América Latina estén ocupando plazas de trabajo a una remuneración de lo que incluso ganaría un ciudadano Español.

Es verdad, que la inmigración no es percibida de entrada como un problema, sino también como un tema que favorece a la UE, cuya política migratoria coincide con la Política de Seguridad Común promoviendo la Cooperación y el Desarrollo con otros países de los cuales provienen fuertes flujos de inmigrantes. De ahí, que la línea a seguir sea la gestión de la migración legal para erradicar la ilegal, a través de programas que fomentan el retorno voluntario, las deportaciones, el combate a las redes de tráfico de personas, sanciones al trabajo informal y fomento a la migración circular entre el país de origen y el país receptor. Así como la promoción de la movilidad intracomunitaria, siendo residente de larga duración.

Parece que el fenómeno esta controlado aparentemente por los organismos internacionales por parte de la Unión Europea, pero deberá pensarse en fortalecer la regulación de los flujos migratorios, sobre todo de América Latina, en donde, incluso la Cooperación para el Desarrollo podría considerarse como una estrategia que prevenga la inmigración sobre todo la ilegal, pero habrá que pensar en las líneas bases que permitirán seguir afrontando el tema para reforzar acciones que beneficien a los ciudadanos de ambos continentes.










lunes, 31 de marzo de 2008

UNA POLICÍA REFORMADA, LA CLAVE PARA SUBSTITUIR LA ATMÓSFERA DE MIEDO



Los Acuerdos de Paz alcanzados durante 1991 y 1996 respectivamente, entre los gobiernos de El Salvador y Guatemala y los representantes de la oposición armada que enfrentaban, abrieron paso a dos de los esfuerzos recientes y más comprensivos por avanzar hacia reformas de la institución policial en América Latina.

Estas reformas involucraron a una variedad de actores internacionales y se produjeron de manera paralela cambios institucionales que inquietaron al sistema de justicia criminal mediante la introducción de juicios orales y sistemas acusatorios que hoy enfrentan.

Un primer aspecto a considerar es la compleja relación existente entre la policía y el poder público, que en fases largas de la historia ha tenido características no democráticas.

En general, la policía latinoamericana ha tendido a ser un objeto político, es decir que, en muchos países, es más una institución de gobierno que de Estado.

En segundo lugar, las policías latinoamericanas son todavía tributarias de un modelo de organización jerárquico, centralizado y de tipo militar, lo que es más notorio en aquellas fuerzas de tipo militarizado, como sucede por ejemplo con las policías militares brasileñas, con Carabineros de Chile y con la Policía Nacional del Perú, pero extensivo a las policías que se definen como civiles en la región. Este tipo de organización facilita la manutención de la disciplina interna, pero requiere reformas si se desea avanzar hacia modelos de administración más flexibles y que incentivan la cooperación con la población.

La Venezuela de Chávez es un espejo que refleja cómo será el futuro de Latinoamérica si ésta no actúa a tiempo para frenar el delito y condenar a los criminales. En ese país se registran prácticamente la misma cantidad de asesinatos que en Estados Unidos. Con una "diferencia": en Venezuela viven 25 millones de habitantes y en EE.UU., 300 millones.

Según estimaciones de las Naciones Unidas, Venezuela registra 48 homicidios por cada 100 mil habitantes en un año; lo que lo califica como un país aún más peligroso que Colombia. Y eso que Colombia vive en medio de una guerra contra las organizaciones narcoterroristas (FARC fundamentalmente), mientras que en Venezuela se vive en un aparente clima de paz.

Cualquier estrategia para mejorar el intercambio comercial y las inversiones destinadas a incrementar la calidad de vida de la clase media de Latinoamérica tiene que comenzar con un paso decidido: el de reformar y —en muchos casos reemplazar— la fuerza policial en su conjunto.

Estados Unidos incrementó el número de policías en un 20 por ciento bajo la administración de Bill Clinton; y ellos son, por abrumadora mayoría, honestos. La corrupción policial es ocasional. Si se la descubre es vigorosamente reprimida.

Según el Latinobarómetro

El crecimiento económico ha tenido impacto significativo sobre los problemas principales que se plantean en los países. En el 2007, el problema más importante de la región es el desempleo y la delincuencia, con 18% y 17%, respectivamente, le sigue la economía, problemas económicos financieros con un 11% y corrupción con un 11%.

La delincuencia sube 1 punto entre el año 2006 y 2007, alcanzando el 17%. La delincuencia se

mantuvo como un problema "menor" en la región (menos del 10% de las preferencias) entre los años 1995 y 2004 cuando un 9% de los habitantes de la región opinaba que la delincuencia era el problema más importante. A medida que disminuye la importancia del desempleo como problema principal aumenta la importancia de la delincuencia como el problema más importante de América Latina.

Esto es significativo porque sabemos que la delincuencia no es coyuntural como el tema del desempleo y no se soluciona con crecimiento económico. Esto augura el surgimiento de nuevos problemas con mayores grados de complejidad, en la medida que algunos se vuelven menos importantes. A diario, la delincuencia y pobreza son fuentes que dificulta la gobernabilidad.

En 2007, de los 18 países el problema más importante es la delincuencia, estos son:
Venezuela, Guatemala, El Salvador, Chile, Argentina, Honduras, Costa Rica y Brasil. El año pasado eran seis países, incorporándose hoy Brasil y Chile.

Existe un país en la región, México, donde el problema del desempleo (13%) y la delincuencia (14%) tienen la misma importancia. El año pasado sucedía esta situación en Chile.

Evidentemente, la reforma, o eventualmente el reemplazo, de la justicia, la honestidad y la policía es clave y determinante para cambiar la atmósfera de miedo que prevalece en gran parte de la América Latina actual.